Comentario
El templo arcaico de Júpiter Capitolino pereció víctima de un incendio en el año 83 a. C. Desde entonces hasta la época flavia fue reconstruido varias veces, la última en mármol. La estatua de culto fue sustituida, también, por una nueva, inspirada en el Zeus de Olimpia y de la que se hicieron copias para otras ciudades romanas. Su autor, Apolonio de Atenas, pudiera ser el mismo que grabó su nombre completo, Apolonio, hijo de Néstor, en la famosa estatua llamada Torso de Belvedere.
Al tiempo que progresaba la construcción del templo de Júpiter Capitolino, los Tarquinios impulsaban la transformación de Roma en lo que pronto iba a ser la ciudad más grande y poderosa de Italia. Para ello, era necesaria, como primera medida, la desecación, el saneamiento y la urbanización del valle del Foro, que separaba a los distritos, densamente poblados, del Palatino por un lado y del Capitolio-Quirinal por otro, unidos entonces por el collado que siglos más tarde Trajano rebajó al nivel de los foros adyacentes para hacer sitio al suyo personal. El hecho de que los Tarquinios residentes en el Palatino levantasen en el Capitolio el templo grande y principal de Roma revela su designio de unificar definitivamente las colinas. Consecuencia de aquella política fue la prohibición definitiva de seguir utilizando como cementerio buena parte del Foro.
La obra de ingeniería más importante y mejor pensada para desecar la vaguada y conducir al Tíber los arroyos que en ella confluían desde el Capitolio, el Quirinal y la Subura, fue la Cloaca Máxima, un colector en parte descubierto y en parte abovedado que atravesaba el Foro del nordeste a sudoeste y desaguaba donde aún hoy lo hace, en el Tíber, cerca del Puente Palatino. Aquí un triple arco de grandes dovelas de toba, perfectamente ajustadas y sin argamasa (a hueso, como se dice también), forman la potente bóveda de la boquilla del caño.
El Foro pudo entonces ser pavimentado de piedra y convertirse en el lugar más concurrido de la ciudad, el mejor para hacer un muestreo de su variopinta población, como se echa de ver en este célebre pasaje del "Curculio" de Plauto (446 ss.): "Mientras él sale a escena os mostraré en qué lugar encontraréis con facilidad cualquier tipo de hombres, para que no os cueste demasiado trabajo dar con el que queráis, vicioso o sin vicio, probo o ímprobo. Quien desee trato con un perjuro vaya al Comitium; quien con un mendaz y fanfarrón al santuario de Cloacina. Búsquese a los maridos ricos y pródigos al amparo de la Basílica; allí mismo a las meretrices talludas y a quienes las contratan; a los contribuyentes a banquetes en el mercado de pescado. En los bajos del Foro pasean los hombres de bien y de dinero; en el centro, junto al Canal, los exhibicionistas puros; alrededor del Lago, los ingenuos, los garrulos y los malintencionados... Detrás del Templo de Cástor a aquellos de los que más vale fiarse; en el vicus Tuscus los hombres que se venden a sí mismos. En el Velabro, el panadero, el carnicero o el harúspice, los que engañan o se prestan a que los engañen otros; los maridos ricos y dadivosos, en casa de Leucadia Oppia..."
Los lugares que se enumeran, próximos unos a otros, siguen el recorrido del canal de la Cloaca Máxima desde el Foro al Velabro. Quien entonces bajase por el Argileto encontraba primero, en efecto, la plazuela circular del Comitium y torciendo a mano izquierda el edículo de Cloacina, una divinidad salutífera identificada más tarde con Venus y personificación de los efectos beneficiosos del gran colector de su mismo nombre. Su edículo, circular, era descubierto, como el de Vesta.
La Basílica no puede ser otra que la primera y única existente entonces en Roma, la Porcia, inaugurada por Catón el Censor en el 184 como sede de los Tribunales de Justicia, no sin las protestas de parte del Senado y de los tribunos de la plebe que la consideraban como lo que era en efecto, un instrumento de represión -uno más- de la libertad ciudadana en manos del temible censor.
Se alude también al Lacus, la grieta rodeada entonces de un puteal y conocida como Lacus Curtius, bien porque allí se hubiese precipitado el sabino Mecio Curcio en la refriega con los romanos o porque un rayo dejó la señal de su caída y ésta fue preservada por orden de la autoridad. Un vaciado del relieve del jinete llamado Mecio Curcio, custodiado hoy en el Antiquarium, señala el emplazamiento del famoso Lago.
El mercado de pescado era el Forum Piscarium, incorporado entonces ya al Macelum existente al nordeste del Foro; su predecesor del mismo nombre había ardido en el año 210.
El Templo de Cástor era y es la Aedes Castoris como se abreviaba el nombre del santuario de ambos Dioscuros Castor y Pólux, hijos de Júpiter y de Leda y hermanos de Helena y de Clitemnestra: El reciente hallazgo de una inscripción dedicada a ellos en Lavinio a finales del siglo VI confirma la antigüedad del culto que la nobleza latina tributaba a estos dioses griegos. Según una de las leyendas más populares de Roma, Cástor y Pólux habían participado como jinetes celestiales al lado del ejército romano en la batalla del Lago Regilo en el 499 a. C. y después fueron vistos en Roma junto a la Fuente de Iuturna en el Foro, donde anunciaron la victoria. El dictador Aulo Postumio les prometió un templo, que su hijo levantó en el 484. De este templo de capellaccio quedan restos en el basamento del edificio que le sucedió en época de Tiberio. Sobre él se alzan como testigos de su antiguo pórtico las tres columnas corintias más hermosas de Roma. Entre este templo y la Basílica Iulia discurre aún hoy el Vicus Tuscus que entonces llevaba directamente hacia el Velabro, último de los lugares citados por Plauto en el pasaje arriba transcrito.